Cuna nuestra, donde duermen el sueño de los justos mis queridos padres y cuyos sitios espinosos, su floreciente iglesia, sus fiestas patronales y el rio de serpentea en sus alrededores, viven en la reconditez de nuestro espíritu con la inefable dulzura, que añoro en mis horas de reminiscencia y de nostalgia. |
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